Es muy
importante que los pensamientos y los sentimientos se expresen únicamente con
la danza misma. Afortunadamente, ésta ha sido la intención de los coreógrafos
hoy en día y cuando esto sucede, la satisfacción artística es inmensa.
Sin
embargo, el ballet tradicional se apoya en la mímica o pantomima para dar mayor
belleza dramática y para que la audiencia comprenda mejor el desarrollo de la
historia. Dicha mímica se ha estilizado y adaptado para hacerla mas bella y
para que forme parte del ballet mismo y no se vea como algo fuera de él. A este
tipo de mímica la llamaremos “mímica clásica”.
La mímica
clásica aún aparece en los exámenes de ballet, aunque no como prioridad. Hoy en día, existe una tendencia
a rechazar esta mímica formal y estilizada que ocupó una parte muy importante
en los grandes ballets del siglo XIX como Giselle, Coppelia, El Lago de los
Cisnes y La Bella Durmiente. Gran parte de la mímica original ha sido eliminada
en las producciones clásicas de hoy en día.